Panamá, Tierra de Oportunidades: ¿Cuál sería el mejor uso de nuestro aeropuerto pa' la Clase Media Amplia? (1 de 2)
o "Algunas ideas no tan dispersas sobre cómo salimos del hueco, Versión Criolla, sexta parte"
He estado conversando para poder buscar la mejor forma de concesionar ese aeropuerto. Sí quiero concesionarlo, les soy honesto. Todos los países del mundo, salvo contadísimas excepciones, funcionan con empresas que se dedican a eso, y rinden o tienen una rentabilidad en función del precio de la concesión… y nos quitamos un problema de encima. - Jose Raúl Mulino, Presidente de la República, 24 de octubre de 2024.
Con cada semana que pasa, más se parece el desgobierno de turno a sus predecesores. Como si haber regala’o una de las parcelas más valiosas del causeway (Amador) no hubiese sido suficiente patria vendida pa’l perro guardián de Mussolini, ahora el genio del tren a Chiriquí considera buena idea “concesionar” el activo más valioso que tiene el Estado panameño después del Canal.
Esto, lastimosamente, es el más reciente (y, pa’l país, tal vez el más peligroso) episodio en la larga y bien establecida tradición criolla de ceder el recurso nacional a entidades que tienen poco o nada que ver con el panameño común — dejándolo con sólo las migajas del enorme beneficio extraído de su país.
Empezando por nuestros “próceres” que, aparentemente, no pillaron el inherente conflicto de interés del francés al que nombraron Ministro Plenipotenciario pa’ que negociara el Tratado del Canal de Panamá — clavándonos en el proceso la daga con la que nació en el vientre nuestra prematura res pública — los panameños que históricamente han llevado las riendas del Estado (oligarcas, militares o “democráticos”: todos) han dudado muy poco en dar el fuas, al Imperio o al capital privado, local y extranjero, especialmente si esto los ha beneficiado personalmente.
¡y cómo los ha beneficiando, carajo!
Con una de las mayores conectividades del continente, y el potencial de transformar al país — tanto sus industrias logística y turística, por ejemplo, como su mercado interno: el único que importa pa’ la gran mayoría de los panameños — darle el mejor uso al Aeropuerto Internacional de Tocumen (PTY) en cuanto al desarrollo socioeconómico a largo plazo del país debe ser prioridad nacional, y uno de los principales objetivos de la Clase Media Amplia (CMA).
Como están ahora las cosas, sin embargo, los accionistas de Copa (incluyéndome nominalmente a mí) nos seguiremos quedando con la grandísima mayoría de los beneficios que genera “Tocumen”.
Porque, te lo aseguro, la gente que vive en el corregimiento de Tocumen no ve un carajo del inmenso valor que el aeropuerto produce — por su posición geográfica, más que nada, igual que el Canal y todas las tierras colindantes — de manera similar a cómo los colonenses de a vaina ven las sobras de los miles de millones que se generan en su propia provincia #normal
Esto representa otra oportunidad desperdiciada por los panameños de re-invertir localmente el valor extraído de su propio recurso pa’, de esta manera, desarrollar una economía nacional — incluyendo una fuerza laboral — más dinámica, sostenible y (sobretodo) productiva.
Pero, honestamente pana, ¿nos quitamos un “problema de encima”?
Es que solamente a un miembro de la bendita plataforma de servicios — alguien con una mentalidad extractiva (no productiva), intermediario hasta la médula ósea, que lo único que ha hecho en su vida “profesional” es extraer valor del recurso nacional, ya sea como abogado o como político (corrupto) — se le puede ocurrir que lo mejor pa’l país con la posición más geo-estratégica del Hemisferio Occidental es ceder sus puertos en concesión, los marítimos y los aéreos, ¡infraestructura crítica de cualquier Estado!
Lastimosamente, ésta ha sido la “visión” que han tenido nuestros líderes a lo largo de la historia, una que ha significado riquezas generacionales pa’ un puñado de grandes grupos (clanes) locales, pero que hoy tiene a Panamá, y a su gente, quebra’a.
El verdadero valor de PTY
Si no te queda claro como Copa Holdings, S.A. — multinacional que cotiza en bolsa americana, dueña de Copa Airlines, entre otros — puede usar nuestro aeropuerto de manera que ninguna otra aerolínea puede hacerlo, a principios de año intenté explicar su espectacularmente lucrativo modelo de negocios:
Cuando tu ventaja competitiva más rentable es el Estado
The greatest trick the devil ever pulled was convincing the world he didn’t exist. - Verbal Kint
Como aerolínea “nacional”, Copa Airlines es la única que tiene el derecho — cedido por el Estado panameño — de usar nuestros aeropuertos y espacio aéreo pa’ conectar pasajeros, es decir, llevarlos de Punto A a Punto B vía PTY. No es por nada que es una de las líneas aéreas más rentables del mundo, con márgenes operativos que literal humillan a sus competidores.
Aunque pa’l país el mejor uso de su aeropuerto sería, principalmente, pa’ que llegasen turistas a gastar plata en Panamá, su uso más rentable (por el que más demanda hay) es como hub, dígase, como punto de conexiones.
Esta situación, en la que una multinacional se queda con la mayoría del valor que genera un activo del Estado panameño, es insostenible (por no decir criminal), especialmente si consideramos la inmensidad de nuestras deudas: la soberana, la del “Seguro” y la de los hogares; hoy día, las tres, en cifras record.
Además, si conoces la historia de tu país, sabrás que esto no es tan diferente a cómo los gringos le sacaron todo el provecho del mundo a nuestra posición geográfica por casi 100 años, mientras que Panamá no recibía más que una anualidad nominal, básicamente, pa’ que “el pueblo” no jodiera tanto.
Cable & Wireless Panamá: modelo criollo pa’ recuperar la soberanía
Esto, quiero dejar absolutamente claro, no se trata de arrebatarle nada a nadie, sino de recuperar nuestra soberanía sobre lo que nos pertenece como panameños pa’, a su vez, re-invertir sus beneficios en nuestra economía; en vez de que terminen en los bolsillos de los accionistas y altos ejecutivos de una multinacional que, de panameña, ya ni el nombre tiene — seguramente, pa’ ser gastados fuera del país en vez de invertidos dentro de él.
En este sentido, la manera más eficiente y práctica sería constituyendo una línea aérea verdaderamente nacional basada en el modelo de Cable & Wireless Panamá (CWP) — con un 49% de participación estatal, otro 49% pa’ la empresa con la que se haga la sociedad público-privada (Copa Airlines, ideal pero no necesariamente) y un 2% pa’ los empleados, a cambio de la prohibición de la sindicalización y el derecho a huelga.
Con esta estructura, el Estado retendría casi la mitad de los fenomenales ingresos derivados del uso monopolístico de su único aeropuerto internacional como puente aéreo, los cuales se le inyectarían devuelta a la economía local de dos maneras principales: 1) la inversión en más y mejor infraestructura crítica — esto ya lo hacemos, por cierto, pero a punta de deuda pública — y 2) el subsidio de la demanda por nuestros servicios turísticos, los cuales, pa’ que tu sepa’, son poco competitivos en comparación con los del resto de la región, a pesar que somos un paraíso terrenal con costas en ambos océanos y la mayor biodiversidad del planeta.
Como destino turístico, Panamá es (relativamente) caro y malo
A pesar de sus atractivos, visitar nuestro singular país es prohibitivo pa’ una gran parte del mercado turístico internacional. Una de las principales razones es el uso del dólar estadounidense como moneda de curso legal. Siendo una divisa históricamente “fuerte” o, al menos, bastante estable, los turistas no hallan las gangas en Panamá que existen, digamos, en Colombia o el resto de Centroamérica.
También, como ya he explicado anteriormente, la malsana inversión en ladrillo como “protección de patrimonio” le sube las precios a todo en Panamá, incluyendo la mano de obra que vaya a necesitar cualquier operador turístico — hostal, restaurante, escuela de surf, compañía de tours, hotel 5-estrellas, etc. — el cual debe competir con los irrisorios salarios que el Suntracs ha negociado con la Capac, más que nada, pa’ construir casitas de monopolio y rascacielos semi-vacíos.
No obstante, el otro factor contundente que encarece a Panamá como destino final es el monopolio de Copa sobre las rutas de conexión en PTY. El uso de Tocumen como hub de conexiones — vs. como puerto de llegada, es decir, las mismas pistas y puertas (gates) pa’ dos usos diferentes — incrementa la competencia por (y, consecuentemente, el precio de) los asientos disponibles pa’ los turistas que quieren quedarse a gastar plata en el patio, inflando el costo de tan sólo arribar a Panamá.
Pa’ que me entiendas: México — el país más poblado de Latam, con uno de los mercados más grandes de la región — desde la pandemia no tiene ninguna aerolínea que vuela a PTY. Aeroméxico, la más grande del país, vuela a toda Centroamérica (menos Panamá), y a Colombia tiene vuelos diarios a Medellín y Bogotá.
Entonces, o los mexicanos no gustan de nuestro país, o hay algo más ahí que no te cuentan en La Prensa — aunque escribiendo Versión Criolla me ha quedado claro que en Panamá no existe ningún diario, ni ningún canal de TV, realmente independiente: casi todos los medios locales de difusión masiva, incluyendo los digitales, son propiedad de (o están manejados por) miembros de los grandes grupos económicos que operan en Panamá.
Por consiguiente — y como si las pérdidas millonarias que sufre gracias a ella el Estado panameño, año tras año, no fuesen suficientes — la explotación monopolística de PTY por parte de Copa atrofia el desarrollo de nuestra industria turística, hoy día, ni sostenible ni competitiva.
¿O ya olvidaste los cheques que les rayó el Gobiernito a los grandes constructores y dueños de hoteles como “incentivos turísticos” durante la pandemia?
Porque esto es, te recuerdo, lo que han hecho la inmensa mayoría de nuestros líderes políticos desde que debutamos como res pública: venderle los ingresos del Estado panameño, más que nada, a los grandes grupos económicos que operan en el patio.
Inversión en más y mejor infraestructura turística
Si queremos una industria turística sostenible y competitiva, mejorar la conectividad interna del país es clave. Esto no sólo implica aumentar la frecuencia de vuelos domésticos, sino crear una red de aeropuertos a lo largo y ancho del territorio nacional, empezando por aquellos lugares que ya hayan demostrado potencial turístico.
Con vuelos regulares y tarifas accesibles a Bocas del Toro, Chiriquí y Azuero, por ejemplo, reduciríamos los costos de traslado que actualmente limitan el crecimiento de estas áreas. A su vez, facilitar la llegada del turista a destinos panameños de difícil acceso (relativo a destinos en otros países) incentivaría a empresas nacionales y extranjeras a invertir en servicios turísticos locales, creando una mayor oferta de mejor calidad.
Esto, obviamente, también incluiría mejorar las conexiones terrestres, con infraestructura y servicios eficientes, seguros y competitivos (entre varias otras inversiones necesarias) pa’ tener una de las mejores infraestructuras turísticas de la región.
De esta manera fomentaríamos de verda’ el desarrollo sostenible del “interior” — como literal nos referimos los yeyos a todo lo que no esté dentro del área metropolitana, donde se concentra demasiada de la actividad económica de nuestro país.
La idea sería que una pareja que vive en Nueva York y quiere pasar un fin de semana largo en Venao, por ejemplo, pueda llegar allá directamente desde PTY (Tocumen), ya sea vía vuelo o bus directo, sin si quiera tener que oler la capital.
Y aquí es donde entraría la sinergía entre nuestro aeropuerto, por un lado, y una flota de aviones, por el otro. Con una aerolínea realmente panameña — es decir, tipo CWP; llamémosla pa’ jode’ namá’ AeroPTY — podríamos fácilmente construir una red de conectividad doméstica como ninguna en Latinoamérica, creando un ecosistema turístico que incremente la demanda por servicios panameños.
Básicamente, estaríamos utilizando los ingresos del Hub de las Americas (PTY) pa’ subsidiar la construcción del “Hub del Istmo” en el mismo lugar, con infraestructura nuestra ya existente — y sobre la cual seguiríamos construyendo, utilizando las rentas que generen todos los activos estatales — pa’ incrementar de manera sostenible nuestra producción económica (en lugar de pa’ que podamos, los accionistas de Copa como yo, “perder el tiempo” escribiendo awebazones en internet).
Subsidio de la demanda por servicios panameños
Uno de los métodos más efectivos pa’ fomentar que los turistas internacionales vengan a nuestro país a gastar su dinero es ofreciendo descuentos, incluso el vuelo gratis por AeroPTY, a aquellos que demuestren estadías de al menos tres noches en cualquier tipo de alojamiento criollo — desde el cuarto extra que “la tía del interior” puso en Airbnb, hasta el resort más exclusivo del Archipiélago de las Perlas.
Este modelo ya ha demostrado ser efectivo en países donde el turismo es un pilar económico, incentivando no sólo la llegada de visitantes, sino también aumentando su permanencia y gasto en todo el territorio nacional. Con AeroPTY, podríamos traer turistas (y su dinero) a Panamá, básicamente, a costo.
Hoy día, sin embargo, la compañía privada que se queda con la inmensa mayoría del beneficio de nuestro aeropuerto lo utiliza, en parte, pa’ venderle al panameño como “incentivo turístico” (vía publicitarias e influencers criollos) el programa Stopover.
Lastimosamente, éste no es más que una herramienta de marketing, relaciones públicas, responsabilidad social empresarial (RSE), Ambiente/Social/Gobernanza (ESG, en inglés) o cualquiera sea el buzzword corporativo del día; y literal lo hacen todas las multinacionales que diariamente extraen beneficios de nuestra infraestructura y posición geográfica — mientras Panamá se hunde en deuda pública y privada.
Otro método sería la creación de “cédulas turísticas”: una especie de tarjeta de débito (recargable) con un monto de, por ejemplo, $100 con los que el turista pueda pagar exclusivamente en establecimientos o a emprendedores panameños.
La idea es que estas cédulas sean digitales y que cualquier proveedor de servicios turísticos, a su vez, pueda recibir pagos con su cédula digital, liada a una cuenta “corporativa” del Banco Nacional de Panamá (BNP) — todo en una aplicación digital fácil de usar — incluyendo la fonda a lo largo de la “Panamericana”, la casita en Ocú pa’ carnavalear con la familia, la clase de surf en “Bocas” y el guía que los lleve al lugar menos contaminado de los Cajones de Chame.
De esta manera, utilizaríamos los ingresos de la participación del Estado en AeroPTY pa’ que el valor que genera nuestro aeropuerto — gracias a su infraestructura y posición geográfica, ambos recursos nacionales — circule dentro del país, y no se vaya a #Breck, #Penn o cualquier de los lugares fuera de Panamá donde suele acabar tanta de la plata que produce este bendecido pedacito de istmo centroamericano.
Visión de País: ¿cuál es la tuya?
Al subsidiarle ciertos costos al viajero que se queda en Panamá (repito: con plata que genera nuestro aeropuerto), incrementamos la demanda por servicios turísticos locales. Esta sería la manera más sostenible de construir una cadena de valor “turístico” — aunque también podemos seguir dejando que nuestros líderes nos ahoguen en deuda — ya que la misma tendría buco derramamientos positivos (spillover effects) en otras industrias.
Por ejemplo, al aumentar la inversión en infraestructura y conectividad turística, Panamá podría aspirar a convertirse en la capital latinoamericana del entretenimiento, un destino regional pa’l turismo de eventos, festivales, y todo tipo de espectáculos; y, ¿por qué no? una especie de “Las Vegas tropical”, donde haya algo pa’ toda la familia.
Además, en vez de que Copa Airlines “patrocine” eventos como el Festival Internacional de Cine (IFF Panamá) con dinero que nos corresponde a todos los panameños — AeroPTY, con su participación estatal, podría ocuparse de gran parte de la logística de un circuito de eventos en todo el país — hasta uno por semana, desde Año Nuevo hasta el 1 de mayo (cuatro meses al menos), incluyendo un IFF que compita con los de Toronto, Tribeca y hasta Cannes — pa’ así aprovechar ese otro gran recurso nacional que por temporadas nos convierte en el lugar mas delicioso del planeta: el “verano” panameño.
¿Te imaginas?
Toda la actividad económica que producen, digamos, festivales de música de la talla de Estereo Picnic y Coachella en Panamá, atendidos por miles de locales y visitantes, que ahora puedan llegar a nuestro país sin que les cueste un webo; el Panama Jazz Festival con versiones (o eventos) en Boquete y El Valle, por ejemplo, no solamente en la capital; un Microbrew Fest en cada provincia, y por ahí mismo ferias internacionales de todo lo que tiene que ofrecer nuestro único país.
Todo esto es posible. Pero tal y como tuvimos que hacer pa’ recuperar nuestra soberanía sobre el Canal y “la Zona”, debemos llevar a cabo una lucha nacional a largo plazo y con objetivos claros; una lucha que, aunque no creo que podamos darnos ese lujo, tal vez ni veamos sus frutos quienes la empecemos.
Recuperar lo que es de uno cuando alguien más poderoso se lo quita, como bien sabemos los panameños, es un emprendimiento generacional. La viabilidad futura de nuestro país como res pública, sin embargo, es lo que está en juego.
En la próxima entrega, más ideas al respecto, y unas observaciones acerca del peligro de mantener este dañino “modelo económico” sobre Panamá.