Los 1,001 Puentes sobre el Canal: una plegaria pa' la pipol del "West"
o "Como funciona la economía panameña, versión criolla, octava parte"
[...] pero me preocupa sobre todo, y porque son los que todos los días la pagan y la sufren, el Panamá Oeste, que pa' mí llega hasta Capira. No es nada más Chorrera, creo que el Panamá Oeste llega a Capira, que si no lo es ya, pronto será un dormitorio grande de personas que conmutan todos los días a trabajar y a hacer su vida aquí en Panamá.
- Jose Raúl Mulino, Presidente de Panamá, en conferencia de prensa (29-AGO-24)
‘Ta mortifica’o el Presi.
Dice que no hay derecho que la pobre gente de Panamá Oeste tenga que “pagarla” y “sufrirla” todos los días pa’ si quiera llegar a sus puestos de trabajo. Tanto así, que hasta perdón les pidió a los habitantes del “West”, en nombre del Gobierno Nacional, por el “malvivir” que les ha ocasionado, según él, la demora de 5 años en la construcción del cuarto puente sobre el Canal – porque ni hablar de los mil y pico millones en sobrecostos que arrastra consigo el proyecto, los cuales tendrá que sufragar el contribuyente panameño, es decir, los asalariados, los emprendedores y las pymes; según el Presi, eso ni Dios lo perdona…
¿Tas oyendo, Sabonge?
De acuerdo con la “urgencia” del tema, y tan presidencial que hasta se te olvida que es el “abogado del diablo” que todavía ‘ta prófugo en el Cangrejo – Mulino le pidió públicamente al consorcio encargado de construir el bendito puente que, porfavorcito, terminen esa vaina breve, sa’e, que ya van tres gobiernos con el bendito proyecto andando, y tenemos exactamente la misma cantidad de carriles que hace 20 años, con un flujo vehicular que ha incrementado sin piedad casi que mensualmente (y por el cual, mensualmente también, el panameño es forzado a pagar con deuda: “compra el carro pa’ que puedas manejar al trabajo, maneja al trabajo pa’ que puedas pagar el carro”).
Tras semejante directiva, y no era pa’ menos, el consorcio se declaró ante la ciudadanía, prometiendo tener estos ocho carriles listos, con to’ y tren, pa’ mediados del 2028.
¡Yayai! Namás cuatro añitos más pa’ que los conmutadores del West, finalmente – ¿qué?, tengan otro puente más de donde saltar cuando, tras manejar a 10 km/hora por más de dos horas seguidas, día tras día, quincena tras quincena, gobierno tras HP gobierno, ¿los abrume la más pura desesperación, y simplemente no vean otra salida? Porque, no lo dudes: de aquí al final de la administración Mulinelli, cuando supuestamente estará listo, no solamente ya estará obsoleto el cuarto puente, sino que, pa’ esa época, seguramente estaremos licitando el quinto, sexto y séptimo.
Al final del día, pa’ la grandísima mayoría de los panameños condenados a perder incontables horas de sus respectivas vidas “cruzando el puente”, hacia y desde sus labores diarias – es decir, pa’ muchísima de la Clase Media Amplia (CMA) – el problema medular es que vivir en Ciudad de Panamá, donde a propósito se queda casi toda la plata del país, es simplemente impagable. La pipol del West, la mayoría, viven allá por necesidad.
Lastimosamente, esta necesidad es una de las externalidades, o “efectos secundarios”, de la actividad económica de la plataforma de servicios “panameña”, la cual es estúpidamente rentable, inter alia, pa’ los abogados de las grandes firmas del patio, pa’ que tú sepa’, como tu Presi. No es que hoy urge otro puente más sobre el Canal, si no que uno nunca ha dejado de urgir.
A pesar de los claros efectos negativos que esta “actividad económica” ha tenido sobre el país – por ejemplo, el malsano crecimiento urbano de nuestra (nuevamente, a propósito) única “gran metrópolis”, el uso de nuestro código legal pa’ blanquear capitales y financiar terrorismo y su profundamente desigual desarrollo económico en general, sólo pa’ nombrar algunos – las empresas criollas y foráneas que conforman la plataforma de servicios y que, históricamente, más se han beneficiado de la “inversión extranjera”, tienen 0,0 incentivo pa’ cambiar un “modelo económico” que las hace, efectivamente, las más rentables del país, y en algunas instancias, de Latinoamérica.
El “modelo” panameño y sus desencantos.
Pa’ que entiendas bien como funciona nuestro modelo económico, y los impuestos que le impone a la CMA, incluyendo la mano de obra más cara y menos productiva de la región, te recomiendo leer mis pasadas entregas al respecto.
Sin embargo, pa’ los efectos de esta edición, te recuerdo que la “plataforma de servicio” sirve, en términos generales, como intermediario entre: por un lado, nuestro país, tanto su territorio y posición geográfica, como sus leyes y código fiscal; y, por el otro, grandes concentraciones de capitales que, hasta la fecha, nuestros gobiernos han considerado como “inversión extranjera directa” (FDI en inglés) pero sin diferenciar si son productivas o extractivas/especulativas.
Como he explicado anteriormente, la muy rentable venta de apartamentos en el centro de la Ciudad de Panamá pa’ que panameños y extranjeros (naturales o legales) “parqueen” su plata, o pa’ que la apuesten en que “el real estate seguirá subiendo pa’ siempre”, ha encarecido la vivienda en la city muy por encima de inaccesible pa’ la gran mayoría de la población.
¿Cuántos panameños que hoy viven en el West, especialmente estudiantes o profesionales comenzando su carrera, no matarían por vivir en el la ciudad, cerca de sus centros de estudio y trabajo? En vez de estar botando la poca productividad que tienen, gracias a nuestros gobernantes, en tranques completamente evitables, de no ser por la mala suerte de haber nacido en una familia sin plata pa’ pagarle un apartamento en la city.
¡Mala leche, fren!
Pero mientras cientos de miles de metros cuadrados de vivienda en la capital permanecen en desuso, muchos pudriéndose en el clima tropical a lo largo de la Avenida Balboa y en barrios como San Francisco, el panameño común es forzado a vivir cada vez más lejos de donde labora y busca qué hacer con su familia, en “urbanizaciones” en Panamá Oeste y el resto de la periferia (que de “urbanas” no tienen un rial), contribuyendo a un “crecimiento” sumamente ineficiente y, por ende, carísimo pa’ la CMA.
“Como cerdos al comedero”
Este fenómeno, por supuesto, no es exclusivo de Panamá (pa’ que nadie vaya a pensar que lo que escribo es personal). En un ejemplo de como incluso democracias mucho más consolidadas que la nuestra han sucumbido a los estragos de la captura estatal, ciudades como Londres también han visto su mercado inmobiliario dispararse al ser utilizado de “alcancía”, “casa de apuesta” o simple adorno. Esto ha generado una economía basada en la poco productiva compraventa de activos que, aunque incrementan en precio, no contribuyen al crecimiento económico real ni a la generación de empleo sostenible.
Sean jeques árabes que literal no saben que hacer con sus petrodólares, oligarcas rusos sacando su botín del país, o multimillonarios locales que quieren pagar una tasa impositiva efectiva más baja que la que pagan sus respectivas secretarias – la compra de propiedades pa’ evadir impuestos, en vez de pa’ vivirlas, ha desplazado a los habitantes históricos de muchas ciudades europeas, efectivamente obligándolos, como a la gente del West, a perder su valioso tiempo en conmutas patentemente innecesarias.
Aunque los inmigrantes son los que casi siempre se llevan la culpa, como en Panamá muchos se la echan a los venezolanos, el resultado sigue siendo un profundo resentimiento popular. El “twist” del caso panameño (pa’ mantener esto PG-13), es que, frente a este tipo de “expansión urbana”, las promotoras inmobiliarias – junto con los bancos locales y los dueños de las “fincas” hacia donde la ciudad es forzada a crecer – han logrado implementar un sistema de extracción de valor que les garantiza rentas exorbitantes a expensas de los asalariados, emprendedores y dueños de pymes. Muy sabiamente, las empresas que conforman esta particular rosca han sabido venderle este sistema al panameño como “de interés social”.
Por ejemplo, el bono del Fondo Solidario de Vivienda, encima del rotundamente antieconómico “interés preferencial”, es otro subsidio más que el Estado panameño le ha legislado a la empresa privada – igual que los millones que por los últimos diez años le puso en los bolsillos a los molineros de arroz y, lo más probable, a buen par de productores también (porque, obvio, ninguno de ellos “roba”).
Como bien habló Mulino, ¡y le aplaudo su franqueza!, son estos subsidios corporativos los que tienen las finanzas públicas hechas un desastre:
El bono solidario no se puede seguir pagando, porque hay una incongruencia, por llamarlo de alguna manera [otra manera sería “extorsión”]. So pretexto del bono, arrancan a construir urbanizaciones […] sin preguntarle al Estado si lo puede pagar o no. ¿Entiendes? Por cada casa que se construya beneficiaria de ese bono, el Estado tiene que responder. Y la morosidad es alta, ¡por supuesto que es alta! Porque se ha construido mucho […].
Los intereses preferenciales bajarán a donde tienen que estar, en un rango de viviendas socialmente/económicamente aceptable, pero es mucho menos. Y es un mecanismo de compensación a la banca [es decir, otro subsidio más a las empresas más rentables del país].
A raíz de esto, el gerente del Banco Nacional y de la Caja de Ahorro me comentaron, muy preocupados, que los dos bancos del Estado no pueden cargar con las hipotecas cuyos préstamos interinos de construcción otorgó la banca privada […]. El préstamo interino es la plata que se pone para hacer la construcción […] y ellos han pedido que, el que dio el préstamo interino, cargue con su hipoteca. El Banco Nacional y la Caja de Ahorro no pueden, verdadera y justamente, cargar con ese tipo de proyecto.”
A pesar que, evidentemente, el socialismo corporativo tiene al país quebra’o, las promotoras han salido a defender su control sobre las políticas públicas del Estado a como de lugar. Como si no le hubiesen hecho suficiente daño a la CMA al clavarle una deuda de $78 millones (seamos generosos, por un producto no apto para el desarrollo saludable y sostenible de Panamá), ahora “sugieren” que el gobierno explore nuevos subsidios, como un interés preferencial adicional, pa’ seguir construyendo casitas de monopolio que sólo son necesarias porque la vivienda con calidad de vida, gracias a la plataforma de servicios, es artificialmente cara.
Locura: hacer lo mismo y esperar un resultado diferente
Aunque me queda absolutamente claro que el cuarto puente sobre el Canal debió haberse construido hace diez años, también toy clarito que ahora nos va a salir demasiado caro como país, ya que ésta será plata que, como siempre, no se invertirá en nuestro capital humano, el más pobre de la región.
Y sin embargo, ¿cuál será su efecto?
Como cualquier economista, e ingeniero civil sin el fetiche de ahogar en concreto todo lo que ve, te puede explicar, incrementar la capacidad del flujo vehicular – en lo que el Estado panameño ha gastado miles de millones de dólares (en vez de, por ejemplo, en educación de la mejor calidad), gobierno tras condena’o gobierno – lo único que hace, si no tomas otras medidas, es causar más tranque.
El concepto de demanda inducida, explicado belleza en el video a continuación, te garantiza que “si lo construyes, (los carros) vendrán” (if you build it, they will come). Esto es algo que a cualquier panameño de cierta edad le queda claro, ya que, por más plata que hemos botado (y se ha robado) en construcción de carreteras, corredores, pasos elevados / subterráneos, cintas costeras, túneles, autopistas, puentes, etc., el tranque nunca ha dejado de ser un problema serio en el patio.
El Ministro Chapman – quien ya anunció que subsanará los $877 millones adeudados por el Estado a sus “proveedores”, incluyendo el rescate que exigen tanto las promotoras como los bancos que emiten toda esta deuda por gusto – ha dicho que “debemos tomar decisiones clave sobre la asignación de recursos limitados”. Yo no podría estar más de acuerdo. Mi pregunta es por qué se los estamos dando a empresas privadas pa’ que construyan vivienda cara y mala en casa del fuas, cuando en la capital, donde tanto panameño quisiera vivir, hay sobreoferta de vivienda?
En mi opinión, esta priorización es el más claro reflejo de nuestros valores como sociedad. Ante la ley panameña, por ejemplo, no existe la diferencia entre cuatro paredes y un techo pa’ vivir, y que lo mismo se use pa’ lucrar (así como no existe la diferencia entre una Sociedad Anónima pa’ producir valor panameño, y una pa’ que políticos criollos y sus familias criminales le laven plata a los narcos).
Y a los yeyos, particularmente, nos da exactamente igual que la vivienda sea un hogar – donde los niños crezcan sanos, cerca de sus escuelas y con la facilidad de parkiar con sus amigos, hacer deportes y, eventualmente, ir a fiestas cerca de su casa, donde los padres puedan fácilmente actuar frente a cualquier eventualidad (como los míos pudieron hacer conmigo toda mi infancia y adolescencia) – o que sea un vehículo de especulación financiera, una apuesta, ni más ni menos que una acción de Google.
Pero la diferencia es abismal, y las consecuencias socioeconómicas, por ende, han sido devastadoras. Este tipo de “desarrollo” no sólo le encarece la vida al panameño común, sino que le perpetúa ese “malvivir”, del que habló el Presi, a quienes son sometidos a desplazarse por horas, todos los días, desde Panamá Oeste (y Panamá Norte, Panamá Este y el resto de los “dormitorios” de la capital).
Mientras los promotores, constructores, abogados y banqueros del patio facturan como los grandes, la CMA carga con el peso de una deuda pública inflada por insostenibles subsidios corporativos, enfrentando una vida cada vez más precaria y, por consiguiente, estresante. Y ahora, pa’ colmo, el Estado tiene que endeudarse aún más pa’ pagarle a los que, pa’ todos los efectos prácticos, han secuestrado nuestra economía.
Visión de País: ¿cuál es la tuya?
Por si no te quedó claro con la cita introductoria, mi querid@ amig@ “Cédula 13”, al Presidente de la República, y al resto de los miembros de la plataforma de servicios “panameña”, les sabe a cake de chocolate que hasta freakin Capira sea un dormitorio más de la capital. Si es por ellos y la mancuerna Capac-Suntracs, la provincia entera de Panamá Oeste (al menos las partes donde no tienen sus casas de playa) sería una sarta de pueblos dormitorios, del puente hasta Campana, con sus habitantes teniendo que sufrir el mismo martirio todos los días, por más que haya mil puentes sobre el Canal.
Si a gente como Mulino de verdad le importara el “malvivir” del que conmuta a diario al centro de la city, hablaría con el Ministro de Economía pa’ implementar incentivos económicos, incluyendo impuestos sobre los recursos sub-utilizados y/o subsidios a quienes alquilan, pa’ de esta manera aumentar el acceso del asalariado, emprendedor y dueño de pyme al superávit habitacional que existe en la capital.
Esto no solamente le proveería vivienda con calidad de vida a la gente que desesperadamente la necesita, sino que disminuiría considerablemente el número de carros que a diario deben desplazarse hacia la ciudad y de regreso, es decir, reduciría el costo en Panamá de una vida digna.
Entonces, ésta es mi plegaria pa’ la pipol del West: organícense como grupo de interés y exijan cambios reales al modelo económico, porfa, o en serio nunca podrán vivir cerca de donde trabajan: en Panamá, un privilegio reservado sólo pa’ los dueños y ejecutivos de los grandes grupos económicos que han capturado al Estado – y pa’ los que de sus roscas más directamente se han beneficiado, incluyéndome a mi. Nuevamente, no porque seamos “malos” ni mucho menos, sino porque así es que pagamos nuestros viajes a #Breck, nuestros apartamentos en #Brickell y el tuition en #Penn.
Sabemos el problema, cómo lo solucionanos❓❓😵💫😵💫